viernes, junio 08, 2012

Hablan las malas lenguas… dicen qué, el que perdona pierde.

Los horrores del perdón.


Perdón vida mía por dejarte caer. Algo cae en mi silencio, enmudece mi dolor. Se pudre la carne de mis alas mientras que sus atormentadas plumas, sin saber a donde ir, se desvanecen con nuestros silencios en una tumba sin confesar. Ahora tengo que callar.

Tormento que se sumerge en los sudores de tu miel, pegajosos lamentos. Dulces maldiciones en las hostiles hordas del  falso amor que condenan a los leviatanes de nuestra verdad. Mi castigo será esperarte en esta tierra hasta que tus alas cansadas ya no te permitan volar. Ahora tengo que esperar.


En mis pies se arrastran las cenizas de la distancia,
distancia que envenena la permanencia de nuestros cuerpos,
cuerpos vencidos y acuñados de dolor,
dolor enmohecido que nos carcome los besos.


¡Asesina que no quisiste ser vista en mis sueños,  tan solo por la banal venganza de mi presencia en tus pesadillas!  Perdón vida mía… ¡Diosa que no quisiste ser tocada por mis labios, por el miedo de ahogarte con mi saliva!  ¡Amante, que no quisiste ser escuchada en mis melodías por terror a cantar mis lamentos en tus versos! Perdón vida mía. Ahora tengo que soñar.

No quiero que te vayas, no quiero que mueras. ¿Cómo podría ser yo quien te asesine? Si antes de morir necesito tu perdón. Terrible fantasma que no quisiste escuchar tus vuelos cada vez que te vas, terrible fantasma que jamás podrás escuchar tus pisadas al entrar.

¿Cómo podré pedirle perdón? Escucho una y otra vez las mismas palabras, las mismas maldiciones, amarte u odiarte, odiarte o amarte… que fácil resulta ser todo cuando tú te vas, cuando tengo que callar, cuando tengo que esperar, cuando tengo que soñar, cuando tan solo tengo que marchar.

 by Mitchka

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